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El Actor: Tonos Y Matices Vocales

El actor: tonos y matices vocales

Un actor, declamador, orador o alguien que hace uso de la palabra es una persona que se expresa por medio del lenguaje oral. Del mismo modo que un vocalista o cantante es un músico que se expresa vocalmente a través del lenguaje musical cantando.  En esta nota hablaremos de: “el actor: tonos y matices vocales.

La voz es un instrumento de viento que se crea mediante el aire que hace vibrar a las cuerdas vocales. La voz humana se utiliza hablando para comunicarse por medio de las palabras o cantando al comunicarse por medio de una canción o tema musical. Sin embargo, también puede usarse imitando instrumentos de música, sonidos de otras especies, de la naturaleza, o al hacer sonidos diversos. Pero para hacerlo es necesario poder dominar los tonos y matices vocales.

tonos y matices vocales

La voz

Es el sonido producido por el aparato fonador humano. Una emisión consciente de sonidos que tiene una gran importancia en la comunicación y en el arte. El espectro de armónicos que produce la voz se llama timbre vocal, y es individual en cada persona. La voz humana es un instrumento inimitable. Cada persona nace con una voz única, como las huellas digitales, sin embargo, es necesario clasificarlas de acuerdo con un registro.

La voz de acuerdo con su tonalidad se divide en tres registros básicos para cada género. La voz femenina es más aguda, y sus registros desde el más agudo al más grave son: Soprano (Voz ligera). Mezzosoprano (voz media). Y Contralto (La voz femenina más grave). La voz masculina más aguda es el tenor, la voz media el barítono y la más grave el bajo.

 

Voz monocorde

Los tonos y matices vocales tienen gran importancia, sobre todo en nuestro trabajo. Como voceros, oradores, declamadores, conferencistas, cantantes, profesores, actores, o cualquier tipo de persona que expresa algo ante el público. Existen personas que poseen uno de los aspectos más complejos para expresar, la forma de hablar monocorde. Este término se relaciona con el monocordio, instrumento musical de una sola cuerda que emite un mismo sonido. Alguien monocorde, es monótono, aburrido y falto de interés para el auditorio. Si deseamos que el mensaje llegue, impacte y sea percibido claramente por aquel al quien nos dirigimos, la monotonía es de poca ayuda.

Por ejemplo, en una entrevista radial su voz sonaría sin variantes, subidas, bajadas, ritmo, tempos, pausas, por lo que el mensaje sería realmente soporífero. Por más conocimientos que tenga el expositor, aburrirá irremediablemente si la forma en que lo hace no destaca o llama la atención de la gente. Al utilizar una escasa coloratura y rango vocal expresivo la voz sonará igual y, obviamente eso terminará aburriendo a todos.

Las personas aburridas necesitan entrenar cuatro aspectos limitantes en su forma de expresión oral, y combinarlos adecuadamente para hablar. En términos sencillos, hay expositores que brillan por sí mismos, y otros que brillan por la ausencia de tonos y matices vocales. Veamos en qué consisten estos cuatro recursos que, si los entrenan con constancia, pueden cambiar decisivamente el impacto al momento de hablar frente al público:

  1. Tonos o variación de tonos

Todos tenemos diferente tipo de voz, y es precisamente ese registro vocal lo que nos distingue o caracteriza. El tono vocal es una combinación del registro, sus rasgos particulares y el volumen. En este aspecto también influyen la forma en que hablas, los acentos, problemas fonéticos, modismos, y todos los recursos que estamos compartiendo hoy.

Hay voces naturalmente más agradables que otras, pero eso no significa que la nuestra no pueda obtener las mismas características. No empero, para ello hace falta ocuparse de nuestra voz y corregir las falencias que podamos tener. Frente al público es fundamental trabajar lo mejor posible con el instrumento vocal, que es la conexión entre nuestras ideas y el entendimiento del auditorio.

  1. Matices

¿Puedes imaginar un cuadro famoso? Muy bien, si lo puedes ver en tu mente, ahora imagínalo sin el color de esa pintura. Y dime, ¿Cómo se ve esa obra de arte? Perdió parte de su atractivo, ¿verdad?, lo mismo sucede con tu expresión cuando hablas sin matices. Los matices son las pinceladas que utilizas para enfatizar algunas palabras en particular, acentuar opiniones, describir conceptos y asegurar tus ideas.

Si tu presentación no tiene matices, la voz suena monocorde y, por lo tanto, estarás aburriendo al público. Los matices se logran ensayando, preparándote, mejorando la dicción (articulación de cada palabra en su expresión justa) y siguiendo ejercicios prácticos. Para todo ello necesitas comenzar diseñando una presentación adecuada, y ensayándola tantas veces como sea necesario. No se trata de memorizar, el que memoriza algo luego intenta recordarlo y eso le da rigidez a su presentación. La idea es aprender el tema para poder ser espontáneo y natural y poner fuerza, energía y entusiasmo cuando corresponde. Debes estar seguro, tranquilo, ser agradable y hacer pausas para no cansar al público. Un recurso que no falla para contrarrestar el aburrimiento al hablar en público es conectarte con la emoción. Cuando eres capaz de crear climas y ponerle “música” a tus palabras, suena como un instrumento bien afinado, armónico y atractivo para otros

  1. Cadencia

Es el conjunto de recursos que utilizas para que tu presentación tenga ritmo, que fluya como una melodía apropiada para el tema que estás presentando. para que se transforme en una obra completa de principio a fin. Algunos recursos para enfatizar las cadencias tienen que ver con cómo acentúas las palabras, como enfatizas tus ideas y cómo manejas las pausas.

Las pausas, en oratoria, funcionan igual que en la música. Por ejemplo, los compases iniciales de la Quinta Sinfonía de Beethoven: escucha en tu mente la estructura básica, de la melodía. Te darás cuenta de que los silencios revalorizan lo que sigue tocando la orquesta. Exactamente igual funciona al hablar en público.

  1. Ritmo

Debes darle una base de musicalidad a todo lo que expresas, para mantener atento al público y que no puedan despegar su mirada de ti. Es importante que no confundas ritmo y velocidad; son dos cosas completamente diferentes. El ritmo está compuesto por la combinación de matices, cadencias, silencios y la expresividad en lo que transmites. La velocidad es la aceleración o desaceleración con la que hablas, y aunque forma parte del ritmo, no es precisamente lo principal. Sobre la velocidad, ir muy lento, tal como sucede generalmente con las personas monocordes, o muy rápido; son dos extremos que debemos aprender a equilibrar. Por defecto o por exceso, si hablas a ritmo muy lento, aburrirás. Si lo haces excesivamente rápido, la gente se distraerá, porque quizá no podrá seguir el hilo de tu discurso.

En ideas o conceptos más importantes, tu tono de voz puede subir un poco, sin gritar, ni forzar las cuerdas vocales. Mientras que, en el desarrollo del discurso, se puede jugar con un tono medio. Por supuesto, sin olvidar los matices, silencios, y los recursos expresivos de los que estamos hablando.

l actor: tonos y matices vocales

Pide asesoría especializada

Si no te gusta cómo suena tu voz, te irrita el tono, la forma de hablar, el acento, u otro factor de tu voz. Es posible que necesites trabajar con un fonoaudiólogo, foniatra, profesor de canto, oratoria o de actuación. De esa manera podrás corregir lo que te molesta y reeducar algunos aspectos esenciales de tu voz para armonizarla.

Recuerda consultar siempre con un profesional de la salud vocal; especialistas en voz hablada en este caso, ya que las técnicas de voz cantada son bastante diferentes.

 

5 ejercicios para dejar de ser monocorde

Existen recursos sencillos que pueden ayudarte para dejar de aburrir a la gente en tus exposiciones. Si sigues estas cinco técnicas, quizá logres tu objetivo:

  1. Pon música rítmica de fondo

Ensaya con una base musical rítmica e instrumental, donde prevalezca la percusión o el bajo. Un tema dinámico o enérgico para ensayar tus palabras dejándote llevar por esas cadencias musicales, sus ritmos, tonos, silencios. Intenta hacer de tu discurso una melodía. Sugerimos incluso que te muevas al ritmo de esa música, tus palabras en voz alta y lo uses como un ejercicio de expresión y movimiento.

  1. Coloca la mano en tu corazón

Este es un ejercicio sutil, sencillo y que, a la vez, te tranquilizará. Busca un lugar silencioso y que te permita conectarte emocionalmente. Apoya la mano sobre tu corazón: el objetivo es sentir el ritmo de los latidos. Luego, aún en posición de quietud, siguiendo ese ritmo natural de tu corazón, empieza a practicar en voz alta tu presentación, diciéndola con energía y siguiendo la rítmica de tus pulsaciones.

Te sugiero que lo ejercites al menos tres veces: la primera, diciendo tu exposición como lo harías siempre. La segunda, poniéndole más intención y entusiasmo. La tercera, colocándote de pie y moviéndote, siempre con una mano sobre tu corazón, y expresando el mensaje con mayor entusiasmo, emociones y conexión. Observa el resultado.

  1. Habla un párrafo muy bajo, otro en tono medio y otro tono más alto

En este caso propongo que elijas un párrafo que te resulte especialmente complicado, y lo practiques en distintos tonos de voz, para explorar tu proyección (el volumen al que se emite tu voz). La primera vez, lo dirás casi como un susurro (siempre con expresividad al máximo). La segunda, en un tono medio (que sería el habitual cuando hablas cotidianamente). La tercera, en un tono más alto (elevando muy levemente el volumen de emisión. Descansar unos minutos, y hacer el mismo ejercicio a la inversa. El propósito es seguir explorando el rango de tu voz.

  1. Canta en la ducha

¿Eres de los que canta en la ducha? Bien: hazlo con todas las ganas, energía y entusiasmo. Te invito a que practiques tu presentación bajo el agua como si fuese una canción inventada. Hazlo en dos tonos distintos, con diferente energía y potencia, y observa cómo vas variando los recursos expresivos.

Elige el género musical que quieras (rock, pop, latino, ópera, música típica de tu país) y di tus párrafos con total entusiasmo. Para darle credibilidad te servirá tener algo que puedas usar como micrófono. Es un ejercicio divertido que te relajará en tus prácticas de oratoria.

  1. Proyecta la voz: ejercicio de a dos

La última propuesta es ejercitar tu proyección de voz. Debes trabajar el volumen de emisión para que el mensaje sea escuchado claramente por toda la sala. Necesitarás de otra persona para ejercitarte. Desde tu lugar, invitarás a la persona a colocarse a cierta distancia (por ejemplo, 4 o 5 metros), y empezarás a ensayar tu presentación. Debes hacerlo empleando todos los recursos expresivos que vienes practicando.

Luego, pedirás a la persona que se vaya alejando un metro cada cinco minutos, y tu objetivo será que te siga escuchando fuerte y claro. El ejercicio consiste en hablar sin gritar ni forzar las cuerdas vocales. Aquí será estratégica tu respiración. Recurso indispensable para poder tener más claridad en la emisión de la voz, y más potencia.

Cuando la persona ya no escuche claramente lo que dices, encontrarás tu límite físico de proyección; y tendrás una mejor noción para mejorar ese alcance. Por fortuna, en la mayoría de los casos se utilizan micrófonos, aunque por ejemplo si estás dando clases para un grupo de veinte personas esta técnica será útil. Podrás ejercitar tu voz cuidando tus cuerdas y, a la vez, saber que te escuchan claramente y con atención.

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Esperamos que hagas estos ejercicios y que esta nota sobre “el actor: tonos y matices vocales” te ayuden a tu manejo vocal. Si te gustó, recuerda compartirlo.

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